Habana, 23 de enero de 1869.
Imp. y Lib. El Iris, Obispo 20 y 22.
Personajes
Espirta, madre de Abdala.
Elmira, hermana de Abdala.
Abdala.
Un senador.
Consejeros, soldados, etc.
La escena pasa en «NUBIA».2
Escena primera
Abdala,3 un senador y consejeros.4
Noble caudillo: a nuestro pueblo llega
Feroz conquistador: necio amenaza
Si a su fuerza y poder le resistimos
En polvo convertir nuestras murallas:
Fiero pinta a su ejército5 que monta
Nobles corceles de la raza arábiga;
Inmensa gente al opresor auxilia,
Y tan alto es el número de lanzas
Que el enemigo cuenta, que a su vista
La fuerza tiembla y el valor se espanta:
Tantas sus tiendas son, noble caudillo,6
Que a la llanura llegan inmediata,
Y del rudo opresor ¡oh Abdala ilustre!
Es tanta la fiereza y arrogancia
Que envió un emisario reclamando
Rindiese fuego y aire, tierra y agua!
Pues decidle al tirano que en la Nubia
Hay un héroe por veinte de sus lanzas:
Que del aire se atreva a hacerse dueño:
Que el fuego a los hogares hace falta:
Que la tierra la compre con su sangre:
Que el agua ha de mezclarse con sus lágrimas.
Guerrero ilustre: calma tu entusiasmo!7
Del extraño a la impúdica arrogancia
Diole el pueblo el laurel que merecían
Tan necia presunción y audacia tanta;8
Mas hoy no son sus bárbaras ofensas
Muestras de orgullo y simples amenazas:
Ya detiene a los nubios en el campo!
Ya en nuestras puertas nos coloca guardias!
¿Qué dices, Senador?
—Te digo ¡oh, jefe
Del ejército nubio! que las lanzas
Deben brillar, al aire desenvuelta
La sagrada bandera de la patria!—
Te digo que es preciso que la Nubia
Del opresor la lengua arranque osada,
Y la llanura con su sangre bañe
Y luche Nubia cual luchaba Esparta!—
Vengo en tus manos a dejar la empresa
De vengar las cobardes amenazas
Del bárbaro tirano que así llega
A despojar de vida nuestras almas!—
Vengo a rogar al esforzado nubio9
Que a la batalla con el pueblo parta
Acepto, Senador. Alma de bronce
Tuviera si tu ruego no aceptara.
Que me sigan espero los valientes
Nobles caudillos que el valor realza,
Y si insulta a los libres un tirano
Veremos en el campo de batalla!
En la Nubia nacidos, por la Nubia
Morir sabremos: hijos de la patria,10
Por ella moriremos,11 y el suspiro
Que de mis labios postrimero salga
Para Nubia será, que para Nubia
Nuestra fuerza y valor fueron creadas.12
Decid al pueblo que con él al campo
Cuando se ordene emprenderé la marcha;
Y decid al tirano que se apreste,—
Que prepare su gente,—y que a sus lanzas13
Brillo dé y esplendor. Más fuertes brillan
Robustas y valientes nuestras almas!
Feliz mil veces ¡oh valiente joven!
El pueblo que es tu patria!
—Viva Abdala!—
(Se van el senador y consejeros.)
Escena segunda
Abdala.
¡Por fin potente mi robusto brazo
Puede blandir la ruda cimitarra,
Y mi noble corcel volar ya puede
Ligero entre el fragor de la batalla!14
Por fin mi frente se ornará de gloria!
Seré quien libre a mi angustiada patria,
Y quien le arranque al opresor el pueblo
Que empieza a destrozar entre sus garras!
Y el vil tirano que amenaza a Nubia
Perdón y vida implorará a mis plantas!
Y la gente cobarde que lo ayuda
A nuestro esfuerzo gemirá espantada!
Y en el cieno hundirá la altiva frente
Y en cieno vil enfangará su alma!
Y la llanura en que su campo extiende
Será testigo mudo de su infamia!
Y el opresor se humillará ante el libre!
Y el oprimido vengará su mancha!
Conquistador infame, ya la hora
De tu muerte sonó: ni la amenaza,
Ni el esfuerzo y valor de tus guerreros
Será muro bastante a nuestra audacia.
Siempre el esclavo sacudió su yugo,—
Y en el pecho del dueño hundió su clava
El siervo libre: siente la postrera
Hora de destrucción que audaz te aguarda,
Y teme que en tu pecho no se hunda
Del libre nubio la tajante lanza!—15
Ya me parece que rugir los veo
Cual fiero tigre que a su presa asalta.
Ya los miro correr: a nuestras filas
Dirigen ya su presurosa marcha:
Ya luchan con furor: la sangre corre
Por el llano a torrentes: con el ansia
Voraz del opresor, hambrientos vuelven
A hundir en sus costados nuestras lanzas
Y a doblegar el arrogante cuello
Al tajo de las rudas cimitarras:
Cansados ya, vencidos—cual furiosas
Panteras del desierto que se lanzan
A la presa que vence, y se fatigan,
Y rugen y se esfuerzan y derraman
La enrojecida sangre, y combatiendo
Terribles ayes de dolor exhalan,—
Así los enemigos furibundos,
A nuestras filas bárbaros se lanzan,
Y luchan,—corren,—retroceden,—vuelan,—
Inertes caen,—gimiendo se levantan,—
A otro encuentro se aprestan,—y perecen!—
Ya sus cobardes huestes destrozadas
Huyen por la llanura:—¡oh! ¡cuánto el gozo
Da fuerza y robustez y vida a mi alma!—
¡Cuál crece mi valor!—¡cómo en mis venas
Arde la sangre!—¡cómo me arrebata
Este invencible ardor!—¡cuánto deseo
A la lucha partir!—
Escena tercera
Entran guerreros.—Guerreros y Abdala.
¡Salud, Abdala!—
¡Salud, nobles guerreros!
Ya la hora
De la lucha sonó: la gente aguarda
Por su noble caudillo: los corceles
Ligeros corren por la extensa plaza:
Arde en los pechos el valor, y bulle
En el alma del pueblo la esperanza:
Si vences, noble jefe, el pueblo nubio
Coronas y laureles te prepara,—
Y si mueres luchando, te concede
La corona del mártir de la patria!—
Revelan los semblantes la alegría:
Brillan al sol las fulgurantes armas,—
Y el deseo de luchar en las facciones
La grandeza, el valor sublimes graban!—
Ni laurel ni coronas necesita
Quien respira valor. Pues amenazan
A Nubia libre, y un tirano quiere
Rendirla a su dominio vil esclava,
Corramos a la lucha y nuestra sangre
Pruebe al conquistador que la derraman
Pechos que son altares de la Nubia,
Brazos que son sus fuertes y murallas!
¡A la guerra,16 valientes! Del tirano
La sangre corra,17 y a su empresa osada
De muros sirvan los robustos pechos
Y sea su sangre fuego a nuestra audacia!—
A la guerra! a la guerra!18 Sea el aplauso
Del vil conquistador que nos ataca,
El son tremendo que al batirlo suenen
Nuestras rudas y audaces cimitarras!
Nunca desmienta su grandeza Nubia!
A la guerra corred! a la batalla!19
Y de escudo te sirva ¡oh patria mía!20
El bélico valor de nuestras almas!—
(Hacen ademán de partir.)
Escena cuarta
Entra Espirta.—Espirta y dichos.
¿Adónde vas? Espera!
¡Oh madre mía!
Nada puedo esperar.
¡Detente Abdala!
¿Yo detenerme, madre?21 ¿No contemplas
El ejército ansioso que me aguarda?
¿No ves que de mi brazo espera Nubia
La libertad que un bárbaro amenaza?
¿No ves cómo se aprestan los guerreros?
¿No miras cómo brillan nuestras lanzas?
Detenerme no puedo, ¡oh, madre mía!
¡Al campo voy a defender mi patria!
¡Tu madre soy!
¡Soy nubio! El pueblo entero
Por defender su libertad me aguarda:
Un pueblo extraño nuestras tierras huella:
Con vil esclavitud nos amenaza;
Audaz nos muestra sus potentes picas,
Y nos manda el honor y Dios nos manda
Por la patria morir, antes que verla
Del bárbaro opresor cobarde esclava!
Pues si exige el honor que al campo vueles,
Tu madre hoy que te detengas manda!
Un rayo sólo detener pudiera
El esfuerzo y valor del noble Abdala!
¡A la guerra corred, nobles guerreros,
Que con vosotros el caudillo marcha!
(Se van los guerreros.)
Escena quinta
Espirta y Abdala.
Perdona ¡oh madre! que de ti me aleje
Para partir al campo. ¡Oh! estas lágrimas
Testigos son de mi ansiedad terrible,
Y el huracán que ruge en mis entrañas.
(Espirta llora.)
No llores tú, que a mi dolor ¡oh madre!
Estas ardientes lágrimas le bastan!
El ¡ay! del moribundo,22 ni el crujido
Ni el choque rudo de las fuertes armas,23
No el llanto asoman a mis tristes ojos,
Ni a mi valiente corazón espantan!
Tal vez sin vida a mis hogares vuelva,
U oculto entre el fragor de la batalla
De la sangre y furor víctima sea.
Nada me importa. Si supiera Abdala
Que con su sangre se salvaba Nubia
De las terribles extranjeras garras,
Esa veste que llevas, madre mía,24
Con gotas de mi sangre la manchara!
Sólo tiemblo por ti: y aunque mi llanto
No muestro a los guerreros de mi patria,25
Ve cómo corre por mi faz, oh madre!
Ve cuál por mis mejillas se derrama!
¿Y tanto amor a este rincón de tierra?
¿Acaso él te protegió en tu infancia?
¿Acaso amante te llevó en su seno?
¿Acaso él fue quien engendró tu audacia
Y tu fuerza? Responde! ¿O fue tu madre?
¿Fue la Nubia?26
El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca;—
Y tal amor despierta en nuestro pecho
El mundo de recuerdos que nos llama
A la vida otra vez, cuando la sangre
Herida brota con angustia el alma;—
La imagen del amor que nos consuela
Y las memorias plácidas que guarda!
¿Y es más grande ese amor que el que despierta
En tu pecho tu madre?
¿Acaso crees27
Que hay algo más sublime que la patria?
¿Y aunque sublime fuera, acaso debes28
Por ella abandonarme? a la batalla29
Así correr veloz? Así olvidarte
De la que el ser te dio? ¿Y eso lo manda
La patria? Di! ¿Tampoco te conmueven
La sangre ni la muerte que te aguardan?
Quien a su patria defender ansía
Ni en sangre ni en obstáculos repara!
Del tirano desprecia la soberbia;
En su pecho se estrella la amenaza;
Y si el cielo bastara a su deseo
Al mismo cielo con valor llegara!
¿No te quedas por fin? ¿Y me abandonas?
No! madre, no! Yo parto a la batalla!
Al fin te vas?... te vas?... ¡Oh, hijo querido!
(Se arrodilla.)
A tu madre infeliz mira a tus plantas!
Mi llanto mira que angustioso corre!
De amargura y dolor tus pies empapa!
Detente ¡oh hijo mío!
Levanta ¡oh madre!
Por mi amor... por tu vida... no... no partas!
¿Que no parta decís cuando me espera
La Nubia toda? Oh! no! cuando me aguarda
Con terrible inquietud a nuestras puertas
Un pueblo ansioso de lavar su mancha?
¡Un rayo sólo detener pudiera
El esfuerzo y valor del noble Abdala!
Y una madre infeliz que te suplica, (Con altivez.)
Que moja con lágrimas tus plantas,
No es un rayo de amor que te detiene?
No es un rayo de dolor que te anonada?
Cuántos tormentos!... cuán terrible angustia!
Mi madre llora... Nubia me reclama...
Hijo soy... nací nubio... ya no dudo,
Adiós! Yo marcho a defender mi patria! (Se va.)
Escena sexta
Espirta
Partió!... partió!... Tal vez ensangrentado,30
Lleno de heridas, a mis pies lo traigan;
Con angustia y dolor mi nombre invoque;
Y mezcle con las mías sus tristes lágrimas,
Y mi mejilla con la suya roce
Sin vida, sin color, inerte, helada!
¡Y detener no puedo el raudo llanto
Que de mis ojos brota; a mi garganta
Se agolpan los sollozos,31 y mi vista
Nublan de espanto y de terror mis lágrimas!
Mas ¿por qué he de llorar? ¿Tan poco esfuerzo
Nos dio Nubia al nacer? ¿así acobardan
A sus hijos las madres?32 ¿así lloran
Cuando a Nubia un infame nos arranca?
¿Así lamentan su fortuna y gloria?
¿Así desprecian el laurel? ¿Tiranas,
Quieren ahogar en el amor de madre
El amor a la patria? Oh! no! derraman
Sus lágrimas ardientes, y se quejan
Porque sus hijos a morir se marchan!
Porque si nubias son, también son madres!
Porque al rudo clamor de la batalla
Oyen mezclarse el ¡ay! que lanza el hijo
Al sentir desgarradas sus entrañas!
Porque comprenden que en la lucha nunca
Sus hogares recuerdan, y se lanzan
Audaces en los brazos de la muerte
Que a una madre infeliz los arrebata!
Escena séptima
Espirta y Elmira
Madre! ¿llorando vos?
¿De qué te asombras?
A la lucha partió mi noble Abdala.
Y al partir a la lucha un hijo amado
¿Qué heroína, qué madre no llorara!
La madre del valor, la patriota!
Oh! mojan vuestra faz recientes lágrimas,
Y rebosa el dolor en vuestros ojos,
Cobarde llanto vuestro seno baña!
¡Madre nubia no es la que así llora
Si vuela su hijo a socorrer la patria!
A Abdala adoro: mi cariño ciego
Es límite al amor de las hermanas,33
Y en sus robustas manos, madre mía,
Le coloqué al partir la cimitarra,
Le dije adiós, y le besé en la frente!
Y ¡vos lloráis, cuando luchando Abdala
De noble gloria y de esplendor se cubre,
Y el bélico laurel le orna de fama!
¡Oh madre! ¿no escucháis ya cómo suenan
Al rudo choque las templadas armas?
Las voces no escucháis? ¿El son sublime
De la trompa no oís en la batalla?
¿Y no oís el fragor? ¡Con cuánto gozo
Esta humillante veste no trocara
Por el lustroso arnés de los guerreros,
Por un noble corcel, por una lanza!
¿Y también como Abdala, por la guerra
A tu hogar y tu madre abandonaras?
Y a morir en el campo audaz partieras?
También, madre, también! que las desgracias
De la patria infeliz lloran y sienten
Las piedras que deshacen nuestras plantas!
¿Y vos lloráis aún? ¿Pues de la trompa
El grato son no oís que mueve el alma?
¿No lo escucháis, ¡oh madre?34 ¿A vos no llega
El sublime fragor de la batalla?
(Se oye tocar a la puerta.)
Pero... ¿qué ruido es este repentino,
Madre, que escucho a nuestra puerta?
(Lanzándose hacia la puerta.) ¡Abdala!
(Deteniéndola.)
Callad, oh madre! Acaso algún herido
A nuestro hogar desesperado llama.
A su socorro vamos, madre mía.
(Se dirigen a la puerta.)
¿Quién toca a nuestra puerta?
Abrid!
Escena octava
Entran guerreros trayendo en brazos a Abdala herido.
Dichos, Abdala.
(Espantadas.) ¡Abdala!
(Los guerreros conducen a Abdala al medio del escenario.)
Abdala, sí, que moribundo vuelve
A arrojarse rendido a vuestras plantas,
Para partir después donde no puede
Blandir el hierro, ni empuñar la lanza—
Vengo a exhalar en vuestros brazos, madre,35
Mis últimos suspiros, y mi alma!—
Morir! morir cuando la Nubia lucha;
Cuando la noble sangre se derrama
De mis hermanos, madre; cuando espera
De nuestras fuerzas libertad la patria!
Oh, madre, no lloréis! Volad cual vuelan
Nobles matronas del valor en alas
A gritar en el campo a los guerreros:
«Luchad! luchad, oh nubios! esperanza!»
¿ue no llore me dices? ¿ tu vida
Alguna vez me pagarála patria?—La vida de los nobles, madre mí,
Es luchar y morir por acatarla
Y es preciso, con su propio acero
Rasgarse por salvarla las entrañs!
Mas... me siento morir: en mi agoní
(A todos) No vengáis a turbar mi triste calma.
Silencio!... quiero oír... Oh! me parece
Que la enemiga hueste derrotada
Huye por la llanura... oíd!... silencio!
Ya los miro correr... a los cobardes
Los valientes guerreros se abalanzan…
Nubia venció muero feliz: la muerte
Poco me importa, pues logrésalvarla…
Oh! quédulce es morir, cuando se muere
Luchando audaz por defender la patria!
Cae en los brazos de los guerreros.
FIN
viernes, 1 de febrero de 2008
Amor con amor se paga
PERSONAJES.................ACTORES
ELLA................................Srta. Concepción Padilla
ÉL.....................................Sr. Enrique Guasp de Peris
La escena pasa en nuestros días.
ACTO ÚNICO
Salón elegantemente amueblado; puerta al fondo.
ELLA esperaba; ÉL entra.
ELLA.
Vino el caballero a punto.
ÉL.
Venir a punto era fuerza.
A caballeros las damas
Nos obligan, cuando ruegan.
ELLA.
Envidiáraos por cortés
La vieja corte francesa;
Pero ésa es prenda del hombre,
Y aunque es necesaria prenda,
En el asunto a que os llamo
He menester al poeta.
ÉL.
Pues qué, ¿poeta y hombre acaso
Serán dos cosas diversas?
¡Con nacer y con amar
Cuánta poesía está hecha!
ELLA.
(Con interés mal disimulado.) ¡Qué, amáis!
ÉL.
(Con intención.) ¡Sí, amo!
ELLA.
(Abandonando precipitadamente la idea.) Dejad
Inoportunas querellas
Que os distraerían
ÉL.
Y ¿a vos
No?
ELLA.
(Sonriendo.) Tal vez me distrajeran.
Es ello que necesito
Para hoy mismo una comedia.
ÉL.
Comedia, ¿y para hoy?... ¿Qué, acaso
Fénix renace el gran Vega,
O de los dos Calderones
Ha vuelto alguno a la tierra?
¿Y el enredo? ¿Y la enseñanza?
¿Y aquellas galas poéticas,
Blonda sutil del lenguaje
Que lo borda y hermosea?
ELLA.
No os pido cosa tan alta:
Quiero una obrilla modesta,
Juguete, ensayo, proverbio...
ÉL.
¡Facilidad como ella!
ELLA.
Sabéis que en casa, el teatro,
Por cierto, no es cosa nueva:
De moda han puesto mi casa
Para tertulias y fiestas,
Y yo amenizo las noches
Representando comedias.
Así las horas distraigo,
Y tal vez sencillas penas.
(Con malicia.) Y dolores de viudez
Que ya en mis años aquejan.
ÉL.
(Con calor.) ¿De viudez? Pues ¿cuándo sola
Pudo estar vuestra alma bella?
Alma habría que su encanto
Cifrara todo en la vuestra
¡Y para amaros en ellos
Más largos los días quisiera!
ELLA.
Dijérase que empezáis
A representar la pieza.
ÉL.
¡Tan buena y tan cruel!
ELLA.
Mirad,
Pensemos en la manera
De salir del caso grave.
ÉL.
Mas ¿cómo?
ELLA.
Un proverbio sea:
Sencillo.
ÉL.
La sencillez
La dificultad aumenta.
Ved que el talento de ser
Sencillo, es el que más cuesta.
Remedio no tiene el caso.
ELLA.
Este caso se remedia
Buscando título pronto
Al refrancillo, que apremia.
No la hagas...
ÉL.
A fe que es viejo.
No la hagas, y no la temas.
¡Cuán bien la Cayron reía
Con Reig en la escena aquella
en que de tonto y retonto
Con gracia tal le moteja,
Que ni el público la olvida,
Ni se repara la escena!
ELLA.
Del dicho...
ÉL.
Al hecho. No ha un mes
Hicimos la hermosa pieza,
Y lo que escribe Tamayo.
Ni rival sufre, ni enmienda.
ELLA.
A fe que tiene mi amigo
Imperdonable modestia.
ÉL.
Virtud es ella egoísta,
Y taimada como ella.
Han dado ya en olvidarla
De tan ingrata manera,
Que viene a ser vanidoso,
Sinónimo de poeta.
Así, quien se ve, y se mira,
Que en el mérito escasea,
Para valer algo, acoge
Lo que los demás desechan.
ELLA.
Yo necesito un proverbio.
ÉL.
Un proverbio da respuesta
A mi temor: Quien mucho habla...
ELLA.
Sé lo demás: mucho yerra.
Mas, ¿quién por cortés se tiene,
Y de galante se precia,
Y de una dama la súplica
Terco y airado desdeña?
ÉL.
¿Hidalgo yo y descortés,
Y vos mujer y no reina?
Sílbenme a coro en buen hora,
Y haya la crítica fiesta,
Y pasto de los cencerros
Mi pobre proverbio sea;
Que es harto buena mi obrilla
Con que una mujer la quiera.
ELLA.
¿Palabra?
ÉL.
Honrada y segura.
Ya son mis labios colmena
De refranes: ¡quién en ellos
Pusiera picante abeja,
Que en el público zumbase
Con enseñanzas amenas!
ELLA.
¿Ambiciosillo el modesto?
ÉL.
¿Quién de ambiciones no sueña,
Si las anima y las quiere
Niña gallarda y airosa,
Que el domingo en la Alameda
Galas de México luce,
Color prestada pasea,
Oyérame aquí la niña
Decir que Naturaleza
En las flores rojo puso,
Y en la faz la color fresca?
Y ¡cómo el novio pulido
De ella tuviera vergüenza,
Si al darla el beso primero
Que toda ventura encierra
En capa vil de pintura
Su beso de amores diera!
Doncellita primorosa
Que, colgando al cuello, ostentas
Perlas, que en vano pretenden
Copiar de tu boca perlas;
Guarda, guarda, doncellita,
Que el que de amor te querella,
Con prontos besos te robe
Del alma la color fresca...
(De prisa.) Y diera así a los galanes
Consejos para las bellas,
Y sátira al envidioso,
Y golpes a la pereza,
Y enseñanzas a mí mismo,
Y a todos plática diestra,
Blanda en la forma y prudente,
Y en el fondo, grave y recta.
ELLA.
Mas mi proverbio...
ÉL.
Ya apunta:
¡Dificultad sin clemencia!
ELLA.
Pensemos título: Antes
Que te cases mira...
ÉL.
¡Necia
Prevención del refrancillo!
Pues ¿hay ventura como esa
De haber amparo del llanto
En la noble esposa tierna;
Y haber dos almas, sin ser
Más que una, y sentir cuán bellas
Palabras nos fortalecen,
Y caricias nos consuelan?
ELLA.
¿De veras pensáis así?
ÉL.
Así lo pienso de veras.
Hombre incompleto es el hombre
Que en su estrecho ser se pliega
Y sobre la tierra madre
Su estéril vida pasea,
Sin besos que lo calienten
Ni brazos que lo protejan.
Ábrese el árbol en frutos
En plantas se abre la tierra;
Brotan del ramo las hojas;
Todo se ensancha y aumenta.
Y el hombre no es hombre, en tanto
Que en las entrañas inquietas
De la madre, el primer hijo
Palpitar de amor no sienta.
¡Proverbio necio a fe mía!
Otro refrán.
ELLA.
(Su nobleza,
El ánimo me cautiva,
Y la voluntad me prenda.)
EL
Otro refrán.
ELLA.
¿Otro? Mira
Con quién andas...
ÉL.
Es conseja
Harto vulgar.
ELLA.
El que a hierro
Mata
ÉL.
Por el hierro muera.
Vengativo es el proverbio,
Aunque bíblico: no sean
Mis palabras, mientras viva,
De venganza pregoneras.
Otro más.
ELLA.
El que con lobos
Anda
ÉL.
Se ha escrito.
ELLA.
El que espera
ÉL.
Desespera, según dicen.
ELLA.
(Con intención.) Mas si aguarda con nobleza
Amor que tarda en venir,
En bien de sí mismo espera... (Movimiento de él.)
ÉL.
(Precipitadamente.) Otro más cierto.
ELLA
¿De amores?
ÉL.
¿Quién diera cosa más bella?
ELLA.
Amor con amor se paga...
ÉL.
Pues ese proverbio sea.
Ingratas hay que lo olvidan,
Y torpes que lo desdeñan.
ELLA.
La probanza es menester:
Ánimos, pues, y a la empresa.
ÉL.
(¡Si me amara!)
ELLA.
(¡Si me amara!)
ÉL.
(¡Si entendiese!)
ELLA.
(¡Si entendiera!)
ÉL.
Presto, manos a la obra.
ELLA.
Al punto. ¿Cómo comienza?
ÉL
A fe que no doy con ello;
Mas no será cosa extrema:
Con esquiveces de dama
Y en el galán insistencias;
En él, valor y ternura,
En ella, gracia discreta;
Paréceme que el proverbio
Hacerse bien se pudiera.
¿En qué pensáis?
ELLA.
En el tiempo,
Que va de prisa, y apremia.
¿Decís que amor con amor...?
ÉL.
Se paga: ¡si es cosa hecha!
ELLA.
(Con intención.)
¿Tal es de cierto el proverbio?
ÉL.
¡Tal fuera la dicha cierta!
Mirad: pues que el tiempo apura,
Danme las mientes idea
Original y curiosa:
Habrá en la amante contienda
Galán que de amor requiebre,
Y dama esquiva y zahareña.
Haced vos lo de la dama,
Que os ha de cuadrar de veras:
Yo haré el galán: vos reñís,
Cosa para vos no nueva:
Insisto yo, os defendéis:
Vuelvo empeñoso a la tema,
Volvéis a las esquiveces,
Refuerzo yo la insistencia,
Y entre no quiero y sí quiero,
Vos donaire, yo destreza,
Haced que el amor despierte
Y ¡dejadme que yo os venza!
ELLA,
¡Que vais haciendo el proverbio!
ÉL.
Por hacerlo el alma diera:
¿Aceptáis?
ELLA.
Es cosa extraña...
ÉL.
Perdónese por lo nueva:
¿Os decidís?
ELLA.
Decidida.
¿Edades?
ÉL.
La mía y la vuestra
ELLA.
¿Época?
ÉL.
Hoy: los amores
No tienen más que una época.
ELLA.
¿Y nombres?
ÉL.
De dama, el vuestro:
Leonor, ¿qué cosa más bella?
ELLA.
Pensad que andamos de burlas.
ÉL.
Pues tanto valen las veras,
Dejad que de burla os llame,
Como sin burla os dijera.
ELLA.
Cortés estáis y discreto,
Mas no me place. Teresa
Llámese la ingrata altiva:
Julián vuestro nombre sea.
ÉL.
Ved que notaréis frialdades
Llamándoos a vos Teresa.
ELLA.
Es nombre de santa ilustre:
¿Aceptáis?
ÉL.
No haya querella.
ELLA.
Vos, Julián; Teresa, yo;
Princípiese aquí la escena.
(Arreglan los muebles, como preparando un escenario.)
ÉL.
Vos sentada; yo sentado.
ELLA.
Sube el telón: ya comienza.
ÉL.
Ved que os dejéis convencer. (Bajo.)
ELLA.
Ved que me llamo Teresa. (Idem.)
JULIÁN.
(Afectando tono dramático.)
Con ser tanta la verdad
De vuestra rara hermosura,
Mayor es mi desventura,
Y mayor mi soledad.
De roca os hizo en verdad
Vuestra buena madre el pecho:
¿Qué ley os dará derecho
para prendar hombre así?
Con amaros, ¡ay de mí!
¿Qué mal, señora, os he hecho?
ELLA.
(Interrumpiendo la escena, y volviendo a hurtadillas a lo natural. Bajo.)
A fe que os ponéis muy grave.
ÉL.
Ved que ha empezado la escena.
ELLA.
(¡Jesús con el don Julián!)
ÉL.
Tócale hablar a Teresa.
TERESA.
(Recobrando su tono de ficción.)
Triste os ponéis de repente:
Hacéis -¡soberbio papel!-
A maravilla el doncel
De don Enrique el Doliente.
Ved que no ha estado prudente
Vuestro triste corazón:
Yo sé que amar es razón,
A quien se ama, y ley muy justa:
Mas, si el galán no nos gusta,
¿Es amar obligación?
JUL.
No es de dama tan cortés
Respuesta tan enojosa:
Gala hacéis de donairosa,
Mas lujo de crueldad es.
Ved, señora, que después
De haber abierto la herida,
Tiene la mano homicida
Deber con la caridad,
Y es más bella la beldad
Cuando da a un muerto la vida.
Ved que en el viento las aves
Volando pasan a par:
Ved a las ondas cruzar
Rumorosas y suaves.
Ved que hasta las penas graves
Jamás, Teresa, andan solos:
Ved cuál se juntan las olas
En el correr de los ríos:
Ved, junto a troncos umbríos,
Amarse las amapolas.
TER.
A fe que de mi amador
Sospechar nunca pudiera
Que tan presto convirtiera
A Cupido en orador.
Mas faltan al trovador,
Para cautivarme, galas.
No son las endechas malas;
Pero yo nunca he podido
Imaginarme un Cupido
Con levi-sac y sin alas.
JUL.
A fe, señora, que tengo
Algo tan duro en los labios,
Que por no haceros agravios,
En el hablar me contengo.
Ved que a trovaros no vengo,
Ridículo trovador:
Ved que si vivo amador,
Y si os ensalzo poeta,
Quien se respeta, respeta
Un digno y honrado amor.
Alas me niega el gracejo
Que vuestros encantos roben;
Mas en cambio de amor joven,
Amor os tengo tan viejo,
Y tan probado y añejo,
Y tan recio en la porfía,
Que acaba, Teresa, el día
Para empezar uno nuevo,
Y ¡en el alma siempre llevo
Encendida el ansia mía!
Y es amor fuego tenaz (levantándose),
Y ansia y congoja tan fiera,
Que no hay, Teresa, manera
De que yo goce de paz.
Es pensamiento que audaz
Todo el pensar me domina,
Y sueño que me fascina,
Y encanto que me seduce,
Y estrella que me conduce,
Y ¡hasta sol que me ilumina!
TER.
Por sueño...
JUL.
¡El alma enamora!
TER.
Por encanto
JUL.
¡Azul parece!
TER.
Por estrella
JUL.
¡No anochece!
TER.
Y por sol
JUL.
¡Alumbra y dora!
Y tanto os amo, señora,
Por lo gallarda y lo bella,
Que hasta en la mísera huella
Que imprimís a vuestro paso,
Ve este amor en que me abraso
Sueño, encanto, sol y estrella.
Es que en el pecho han nacido,
Con pensamientos de amores,
Tantos sueños, tantas flores,
Tanto vigor comprimido,
Que al cabo en paz he vivido
Con la vida que me arredra:
Es que creciendo la yedra
Al tronco y muro se prende,
Y ¡en luz de amores enciende
Tronco, arbusto, sol y piedra!
TER.
Incendio vivo y fugaz
Pinta aquí vuestro amor ciego:
Si os lo extingue todo el fuego
Abrasador y voraz,
Restos para amarme en paz
Del fuego no habrán quedado,
Y ¿qué he de hacer, malhadado,
Si el fuego arrecia y atiza,
Con un galán Don Ceniza
Consumido y chamuscado?
JUL.
Verdad es ella, que el fuego
De vuestros ojos me abrasa,
Y todo prende y arrasa
La antorcha del amor ciego;
Pero es lo cierto que luego,
Fénix, renace el amor,
Y de un campo sin verdor
Hace un raudal de fortuna,
Y de un sepulcro, una cuna,
Y ¡de una piedra, una flor!
Es fama que a un cementerio
Llegó un sabio cierto día,
Afirmando que no había
Tras de la tumba, misterio.
Un ser blanco, vago y serio,
A la tumba se acercó:
«Amor, amor» pronunció
Con triste voz quejumbrosa,
Y al punto alzóse la losa,
Y el muerto resucitó.
TER.
Quedar debió el sabio inquieto,
Porque así yo me quedara,
Si me hubiera cara a cara
Con un galán esqueleto.
Vuestras historias respeto;
Pero pensad, Don Julián,
Que si tan tétricas van,
De buscar habré un conjuro,
Porque ya pone en apuro
Tanto hueso por galán.
Amador como el doncel,
Prendado de su misterio,
Trae consigo un cementerio
Para prendarme con él.
Y no le basta al cruel:
Para decir que me ama,
Fuego doquiera derrama
Por donde el paso detiene,
Y cuando a verme se viene,
Viene convertido en llama.
JUL.
(Toda esta décima, avanzando él y retrocediendo ella.)
¡Ved que es instante supremo
Este, en que de mí os burláis!
TER.
¡Ved que ardéis, y me quemáis!
JUL.
¡Ved morir!
TER.
¡Ved que me quemo!
JUL.
¡Morir de desdichas temo!
TER.
¡Pensara yo que de arder!
JUL.
¡Miradme ya estremecer!
TER.
¡Miradme casi quemando!
JUL.
¡Vedme de amor expirando!
TER.
¡Vedme de miedo correr!
ÉL.
(Cambiando bruscamente de tono.)
¡No más, Leonor!
ELLA.
(Como no queriendo entender.)
¿Qué Leonor?
Vos Julián, y yo Teresa.
ÉL.
La comedia el fuego aviva:
Acabe aquí la comedia:
Yo os amo: en vano es que calle
Lo que ni a vos avergüenza,
Ni a mí me da más que honra,
Ni a vos más que dichas diera.
Mirad: con ser vos quien sois,
Y con ser, Leonor, tan bella,
Lo que de vos amo menos
Es vuestra altiva belleza.
¡Hay algo en vos que os envuelve,
Algo extraño que os rodea,
Algo puro que os bendice,
Y de vos hasta mí llega,
Y en el alma se me esconde
Y en frente y labios me besa!
(Ella hace movimientos para hablar.)
Callad: porque os tengo en tanto,
Leonor amada, que es fuerza
Que penséis lo que digáis
Porque yo en menos no os tenga.
Antes me enojan que vencen
Ridículas resistencias,
En quien de amores se abrasa
Y sus amores nos niega.
Decidme lo que pensáis
Presto; ¡Mas, por Dios, no sea
Nada, Leonor, que lastime
El corazón que os venera,
Y que con cada latido
En frente y labios os besa!
ELLA.
(Adelantándose sola hacia un lado del proscenio.)
Público: suceso grave.
¿Cómo negarle podré
Todo mi amor, cuando sé
Que lo conoce y lo sabe?
Mándame aquí la costumbre,
Con las mujeres impía,
Que el amor del alma mía
Ni conozca, ni vislumbre;
Pero si está el corazón
Saltándoseme a los labios,
¿Cómo puede haber agravios
En las que verdades son?
Yo sé que el pecho amoroso
Lugar para este hombre guarda,
Y sé que mi amor lo aguarda
Por noble y por generoso.
¿Por qué si un amor honrado
Estoy sintiendo en el pecho,
No he de tener yo derecho
A decir que lo he engendrado?
¿Por qué, con tanto rigor,
Cuando a un casto bien se aspira,
Ha de ser la vil mentira
Forma fatal del pudor?
ÉL.
(En el otro extremo de la escena.)
¡Leonor, Leonor de mi vida,
Cómo más presto me hablaras,
Si mis angustias miraras
en el alma estremecida!
No es un vago devaneo
Ni pasajero amorío:
¡Es que este pobre ser mío
Prendido en tus labios veo!
Viví: con decir que vivo
Muchos recuerdos se dicen,
Que en el cobarde maldicen
Y esperan en el altivo.
Amé: con decir que llevo
En el corazón amores,
Digo que el ser de dolores
Se ha trocado en un ser nuevo.
¡Nada es azul en la vida,
Oh mortal, de lo que ves,
Si no miras al través
De una mujer bien querida!
Nada ¡oh mortal! es el hombre
Que sin mujer va en la tierra,
Y sin el hijo que encierra
Orgullo y germen de un nombre.
¡Leonor, mi amada Leonor,
Cómo más presto me hablaras,
Si en el alma me miraras
El lago azul de tu amor!
(Cada uno conserva su puesto en un lado de la escena.)
ELLA.
¿Cómo decirlo y callarlo?
ÉL.
(Tendiendo a ella las manos.) ¡Leonor, Leonor!
ELLA.
(Siempre al público.) Si es honesta
Afición la que me mueve,
Si me cautivan sus prendas,
Si es en la forma cortés
Y anida en su alma grandezas
Y lo amo, porque lo estimo,
Que sólo alcanza completas
Venturanzas el amor
Que en la estimación comienza,
¿A qué mi temor, y el fuego
Que en las mejillas me quema,
Si tengo, al par que en el alma,
Claridad en la conciencia?
ÉL.
Luchan amor y pudor
En esa alma limpia y bella,
En quien los años no extinguen
Las blancas flores primeras.
¡Aguarda, aguarda, amor mío:
Que detienen sus promesas
Timideces de mujer
Que el valor de amor aumentan!
(Los dos adelantándose a un tiempo.)
ELLA.
¡Julián!...
ÉL.
¡Leonor!
ELLA.
(Turbada.) Yo no sé
ÉL.
¡Palabra que tanto cuestas,
Si honrada en el alma naces,
Presto, presto al labio vengas!
ELLA.
¡Te amo, te amo!
ÉL.
(Con transporte.) No tienen
Todas las humanas lenguas,
Ni las aves en los bosques,
Ni las brisas en las selvas,
Ni la tórtola nocturna
De quejumbrosas cadencias,
Conjunto tal de armonías,
De espacios divinos prenda:
Que luego de haber oído
«¡Te amo!» de tu boca bella,
Hay más azul en el cielo,
hay más calor en la tierra,
Y el aire un beso, otro beso,
Onda tras onda se lleva.
ELLA.
(Como dudando.) ¿Amor firme?
ÉL.
Nunca mueren
Estos cariños que empiezan
Con suave calma, que luego
Respeto y tiempo alimentan,
Y son del cuerpo sostén,
Más que deleitosa presa.
Estima, calma, respeto,
Unión en lo que se piensa,
Confusión de vida y vida,
¿Cómo es posible que mueran
Si uno en el otro se apoyan
Y con dos vidas alientan?
ELLA.
¿Y el proverbio?
ÉL
No de burlas
Lo digas: antes de veras
Afirma que lo hemos hecho.
Pues ¿dónde hay mejor comedia
Que el corazón de los hombres
Y de mujer las ternezas?
ELLA.
La noche llega.
ÉL
En el teatro
Repetiremos la escena.
ELLA.
Y ¿quién de silbarte habrá
Que ame, espere, sufra y sienta?
Mas, ¿qué papel en tu pecho
Muestra la frente indiscreta?
¿Papel de amor?
ÉL.
(Sacándole.) De congoja
Es muy probable que sea.
Míralo tú.
ELLA.
¡Del autor!...
ÉL.
(Como quitándoselo.) ¡Osadía como ésta!
Pero no habrá de leerse.
Dame.
No. Cumplir es fuerza
Su voluntad: «Al buen público.»
Dice así: «Carta modesta:
Juguete es éste sencillo
Hecho al correr de la pluma
En un instante de suma
Pereza. El alma sin brillo
Está de quien lo escribió:
Cuando sin patria se vive,
Ni luz del sol se recibe,
Ni vida el alma gozó.
Vino Guas: quiso tener
Piececilla baladí,
Por darte, público, a ti
Algo agradable que ver.
Por la mañana encargó,
Y ¿se pensó en la mañana;
Más frívola que galana,
Por la tarde se acabó.
Hízose así, tan de prisa,
Y apenas solicitada,
De tal manera, que nada
Puede excitar más que risa.
Mas piensa, público amigo,
Que cuando el alma se espanta
Y se tiene en la garganta
Fiero dogal por testigo,
La inteligencia se abrasa
Y el alma se empequeñece,
Y cuanto escribe parece
Obra mezquina y escasa.
En este juguete mira
Caprichosa distracción
De un mísero corazón,
Que por hallarse suspira.
Siente, ama, estima, perdona
Con tu natural bondad:
Si es malo, la voluntad
De actor y poeta lo abona.
Nada mejor puede dar
Quien sin patria en que vivir,
Ni mujer por quien morir,
Ni soberbia que tentar,
Sufre, y vacila, y se halaga
Imaginando que al menos
Entre los públicos buenos
Amor con amor se paga.»
TELÓN
ELLA................................Srta. Concepción Padilla
ÉL.....................................Sr. Enrique Guasp de Peris
La escena pasa en nuestros días.
ACTO ÚNICO
Salón elegantemente amueblado; puerta al fondo.
ELLA esperaba; ÉL entra.
ELLA.
Vino el caballero a punto.
ÉL.
Venir a punto era fuerza.
A caballeros las damas
Nos obligan, cuando ruegan.
ELLA.
Envidiáraos por cortés
La vieja corte francesa;
Pero ésa es prenda del hombre,
Y aunque es necesaria prenda,
En el asunto a que os llamo
He menester al poeta.
ÉL.
Pues qué, ¿poeta y hombre acaso
Serán dos cosas diversas?
¡Con nacer y con amar
Cuánta poesía está hecha!
ELLA.
(Con interés mal disimulado.) ¡Qué, amáis!
ÉL.
(Con intención.) ¡Sí, amo!
ELLA.
(Abandonando precipitadamente la idea.) Dejad
Inoportunas querellas
Que os distraerían
ÉL.
Y ¿a vos
No?
ELLA.
(Sonriendo.) Tal vez me distrajeran.
Es ello que necesito
Para hoy mismo una comedia.
ÉL.
Comedia, ¿y para hoy?... ¿Qué, acaso
Fénix renace el gran Vega,
O de los dos Calderones
Ha vuelto alguno a la tierra?
¿Y el enredo? ¿Y la enseñanza?
¿Y aquellas galas poéticas,
Blonda sutil del lenguaje
Que lo borda y hermosea?
ELLA.
No os pido cosa tan alta:
Quiero una obrilla modesta,
Juguete, ensayo, proverbio...
ÉL.
¡Facilidad como ella!
ELLA.
Sabéis que en casa, el teatro,
Por cierto, no es cosa nueva:
De moda han puesto mi casa
Para tertulias y fiestas,
Y yo amenizo las noches
Representando comedias.
Así las horas distraigo,
Y tal vez sencillas penas.
(Con malicia.) Y dolores de viudez
Que ya en mis años aquejan.
ÉL.
(Con calor.) ¿De viudez? Pues ¿cuándo sola
Pudo estar vuestra alma bella?
Alma habría que su encanto
Cifrara todo en la vuestra
¡Y para amaros en ellos
Más largos los días quisiera!
ELLA.
Dijérase que empezáis
A representar la pieza.
ÉL.
¡Tan buena y tan cruel!
ELLA.
Mirad,
Pensemos en la manera
De salir del caso grave.
ÉL.
Mas ¿cómo?
ELLA.
Un proverbio sea:
Sencillo.
ÉL.
La sencillez
La dificultad aumenta.
Ved que el talento de ser
Sencillo, es el que más cuesta.
Remedio no tiene el caso.
ELLA.
Este caso se remedia
Buscando título pronto
Al refrancillo, que apremia.
No la hagas...
ÉL.
A fe que es viejo.
No la hagas, y no la temas.
¡Cuán bien la Cayron reía
Con Reig en la escena aquella
en que de tonto y retonto
Con gracia tal le moteja,
Que ni el público la olvida,
Ni se repara la escena!
ELLA.
Del dicho...
ÉL.
Al hecho. No ha un mes
Hicimos la hermosa pieza,
Y lo que escribe Tamayo.
Ni rival sufre, ni enmienda.
ELLA.
A fe que tiene mi amigo
Imperdonable modestia.
ÉL.
Virtud es ella egoísta,
Y taimada como ella.
Han dado ya en olvidarla
De tan ingrata manera,
Que viene a ser vanidoso,
Sinónimo de poeta.
Así, quien se ve, y se mira,
Que en el mérito escasea,
Para valer algo, acoge
Lo que los demás desechan.
ELLA.
Yo necesito un proverbio.
ÉL.
Un proverbio da respuesta
A mi temor: Quien mucho habla...
ELLA.
Sé lo demás: mucho yerra.
Mas, ¿quién por cortés se tiene,
Y de galante se precia,
Y de una dama la súplica
Terco y airado desdeña?
ÉL.
¿Hidalgo yo y descortés,
Y vos mujer y no reina?
Sílbenme a coro en buen hora,
Y haya la crítica fiesta,
Y pasto de los cencerros
Mi pobre proverbio sea;
Que es harto buena mi obrilla
Con que una mujer la quiera.
ELLA.
¿Palabra?
ÉL.
Honrada y segura.
Ya son mis labios colmena
De refranes: ¡quién en ellos
Pusiera picante abeja,
Que en el público zumbase
Con enseñanzas amenas!
ELLA.
¿Ambiciosillo el modesto?
ÉL.
¿Quién de ambiciones no sueña,
Si las anima y las quiere
Niña gallarda y airosa,
Que el domingo en la Alameda
Galas de México luce,
Color prestada pasea,
Oyérame aquí la niña
Decir que Naturaleza
En las flores rojo puso,
Y en la faz la color fresca?
Y ¡cómo el novio pulido
De ella tuviera vergüenza,
Si al darla el beso primero
Que toda ventura encierra
En capa vil de pintura
Su beso de amores diera!
Doncellita primorosa
Que, colgando al cuello, ostentas
Perlas, que en vano pretenden
Copiar de tu boca perlas;
Guarda, guarda, doncellita,
Que el que de amor te querella,
Con prontos besos te robe
Del alma la color fresca...
(De prisa.) Y diera así a los galanes
Consejos para las bellas,
Y sátira al envidioso,
Y golpes a la pereza,
Y enseñanzas a mí mismo,
Y a todos plática diestra,
Blanda en la forma y prudente,
Y en el fondo, grave y recta.
ELLA.
Mas mi proverbio...
ÉL.
Ya apunta:
¡Dificultad sin clemencia!
ELLA.
Pensemos título: Antes
Que te cases mira...
ÉL.
¡Necia
Prevención del refrancillo!
Pues ¿hay ventura como esa
De haber amparo del llanto
En la noble esposa tierna;
Y haber dos almas, sin ser
Más que una, y sentir cuán bellas
Palabras nos fortalecen,
Y caricias nos consuelan?
ELLA.
¿De veras pensáis así?
ÉL.
Así lo pienso de veras.
Hombre incompleto es el hombre
Que en su estrecho ser se pliega
Y sobre la tierra madre
Su estéril vida pasea,
Sin besos que lo calienten
Ni brazos que lo protejan.
Ábrese el árbol en frutos
En plantas se abre la tierra;
Brotan del ramo las hojas;
Todo se ensancha y aumenta.
Y el hombre no es hombre, en tanto
Que en las entrañas inquietas
De la madre, el primer hijo
Palpitar de amor no sienta.
¡Proverbio necio a fe mía!
Otro refrán.
ELLA.
(Su nobleza,
El ánimo me cautiva,
Y la voluntad me prenda.)
EL
Otro refrán.
ELLA.
¿Otro? Mira
Con quién andas...
ÉL.
Es conseja
Harto vulgar.
ELLA.
El que a hierro
Mata
ÉL.
Por el hierro muera.
Vengativo es el proverbio,
Aunque bíblico: no sean
Mis palabras, mientras viva,
De venganza pregoneras.
Otro más.
ELLA.
El que con lobos
Anda
ÉL.
Se ha escrito.
ELLA.
El que espera
ÉL.
Desespera, según dicen.
ELLA.
(Con intención.) Mas si aguarda con nobleza
Amor que tarda en venir,
En bien de sí mismo espera... (Movimiento de él.)
ÉL.
(Precipitadamente.) Otro más cierto.
ELLA
¿De amores?
ÉL.
¿Quién diera cosa más bella?
ELLA.
Amor con amor se paga...
ÉL.
Pues ese proverbio sea.
Ingratas hay que lo olvidan,
Y torpes que lo desdeñan.
ELLA.
La probanza es menester:
Ánimos, pues, y a la empresa.
ÉL.
(¡Si me amara!)
ELLA.
(¡Si me amara!)
ÉL.
(¡Si entendiese!)
ELLA.
(¡Si entendiera!)
ÉL.
Presto, manos a la obra.
ELLA.
Al punto. ¿Cómo comienza?
ÉL
A fe que no doy con ello;
Mas no será cosa extrema:
Con esquiveces de dama
Y en el galán insistencias;
En él, valor y ternura,
En ella, gracia discreta;
Paréceme que el proverbio
Hacerse bien se pudiera.
¿En qué pensáis?
ELLA.
En el tiempo,
Que va de prisa, y apremia.
¿Decís que amor con amor...?
ÉL.
Se paga: ¡si es cosa hecha!
ELLA.
(Con intención.)
¿Tal es de cierto el proverbio?
ÉL.
¡Tal fuera la dicha cierta!
Mirad: pues que el tiempo apura,
Danme las mientes idea
Original y curiosa:
Habrá en la amante contienda
Galán que de amor requiebre,
Y dama esquiva y zahareña.
Haced vos lo de la dama,
Que os ha de cuadrar de veras:
Yo haré el galán: vos reñís,
Cosa para vos no nueva:
Insisto yo, os defendéis:
Vuelvo empeñoso a la tema,
Volvéis a las esquiveces,
Refuerzo yo la insistencia,
Y entre no quiero y sí quiero,
Vos donaire, yo destreza,
Haced que el amor despierte
Y ¡dejadme que yo os venza!
ELLA,
¡Que vais haciendo el proverbio!
ÉL.
Por hacerlo el alma diera:
¿Aceptáis?
ELLA.
Es cosa extraña...
ÉL.
Perdónese por lo nueva:
¿Os decidís?
ELLA.
Decidida.
¿Edades?
ÉL.
La mía y la vuestra
ELLA.
¿Época?
ÉL.
Hoy: los amores
No tienen más que una época.
ELLA.
¿Y nombres?
ÉL.
De dama, el vuestro:
Leonor, ¿qué cosa más bella?
ELLA.
Pensad que andamos de burlas.
ÉL.
Pues tanto valen las veras,
Dejad que de burla os llame,
Como sin burla os dijera.
ELLA.
Cortés estáis y discreto,
Mas no me place. Teresa
Llámese la ingrata altiva:
Julián vuestro nombre sea.
ÉL.
Ved que notaréis frialdades
Llamándoos a vos Teresa.
ELLA.
Es nombre de santa ilustre:
¿Aceptáis?
ÉL.
No haya querella.
ELLA.
Vos, Julián; Teresa, yo;
Princípiese aquí la escena.
(Arreglan los muebles, como preparando un escenario.)
ÉL.
Vos sentada; yo sentado.
ELLA.
Sube el telón: ya comienza.
ÉL.
Ved que os dejéis convencer. (Bajo.)
ELLA.
Ved que me llamo Teresa. (Idem.)
JULIÁN.
(Afectando tono dramático.)
Con ser tanta la verdad
De vuestra rara hermosura,
Mayor es mi desventura,
Y mayor mi soledad.
De roca os hizo en verdad
Vuestra buena madre el pecho:
¿Qué ley os dará derecho
para prendar hombre así?
Con amaros, ¡ay de mí!
¿Qué mal, señora, os he hecho?
ELLA.
(Interrumpiendo la escena, y volviendo a hurtadillas a lo natural. Bajo.)
A fe que os ponéis muy grave.
ÉL.
Ved que ha empezado la escena.
ELLA.
(¡Jesús con el don Julián!)
ÉL.
Tócale hablar a Teresa.
TERESA.
(Recobrando su tono de ficción.)
Triste os ponéis de repente:
Hacéis -¡soberbio papel!-
A maravilla el doncel
De don Enrique el Doliente.
Ved que no ha estado prudente
Vuestro triste corazón:
Yo sé que amar es razón,
A quien se ama, y ley muy justa:
Mas, si el galán no nos gusta,
¿Es amar obligación?
JUL.
No es de dama tan cortés
Respuesta tan enojosa:
Gala hacéis de donairosa,
Mas lujo de crueldad es.
Ved, señora, que después
De haber abierto la herida,
Tiene la mano homicida
Deber con la caridad,
Y es más bella la beldad
Cuando da a un muerto la vida.
Ved que en el viento las aves
Volando pasan a par:
Ved a las ondas cruzar
Rumorosas y suaves.
Ved que hasta las penas graves
Jamás, Teresa, andan solos:
Ved cuál se juntan las olas
En el correr de los ríos:
Ved, junto a troncos umbríos,
Amarse las amapolas.
TER.
A fe que de mi amador
Sospechar nunca pudiera
Que tan presto convirtiera
A Cupido en orador.
Mas faltan al trovador,
Para cautivarme, galas.
No son las endechas malas;
Pero yo nunca he podido
Imaginarme un Cupido
Con levi-sac y sin alas.
JUL.
A fe, señora, que tengo
Algo tan duro en los labios,
Que por no haceros agravios,
En el hablar me contengo.
Ved que a trovaros no vengo,
Ridículo trovador:
Ved que si vivo amador,
Y si os ensalzo poeta,
Quien se respeta, respeta
Un digno y honrado amor.
Alas me niega el gracejo
Que vuestros encantos roben;
Mas en cambio de amor joven,
Amor os tengo tan viejo,
Y tan probado y añejo,
Y tan recio en la porfía,
Que acaba, Teresa, el día
Para empezar uno nuevo,
Y ¡en el alma siempre llevo
Encendida el ansia mía!
Y es amor fuego tenaz (levantándose),
Y ansia y congoja tan fiera,
Que no hay, Teresa, manera
De que yo goce de paz.
Es pensamiento que audaz
Todo el pensar me domina,
Y sueño que me fascina,
Y encanto que me seduce,
Y estrella que me conduce,
Y ¡hasta sol que me ilumina!
TER.
Por sueño...
JUL.
¡El alma enamora!
TER.
Por encanto
JUL.
¡Azul parece!
TER.
Por estrella
JUL.
¡No anochece!
TER.
Y por sol
JUL.
¡Alumbra y dora!
Y tanto os amo, señora,
Por lo gallarda y lo bella,
Que hasta en la mísera huella
Que imprimís a vuestro paso,
Ve este amor en que me abraso
Sueño, encanto, sol y estrella.
Es que en el pecho han nacido,
Con pensamientos de amores,
Tantos sueños, tantas flores,
Tanto vigor comprimido,
Que al cabo en paz he vivido
Con la vida que me arredra:
Es que creciendo la yedra
Al tronco y muro se prende,
Y ¡en luz de amores enciende
Tronco, arbusto, sol y piedra!
TER.
Incendio vivo y fugaz
Pinta aquí vuestro amor ciego:
Si os lo extingue todo el fuego
Abrasador y voraz,
Restos para amarme en paz
Del fuego no habrán quedado,
Y ¿qué he de hacer, malhadado,
Si el fuego arrecia y atiza,
Con un galán Don Ceniza
Consumido y chamuscado?
JUL.
Verdad es ella, que el fuego
De vuestros ojos me abrasa,
Y todo prende y arrasa
La antorcha del amor ciego;
Pero es lo cierto que luego,
Fénix, renace el amor,
Y de un campo sin verdor
Hace un raudal de fortuna,
Y de un sepulcro, una cuna,
Y ¡de una piedra, una flor!
Es fama que a un cementerio
Llegó un sabio cierto día,
Afirmando que no había
Tras de la tumba, misterio.
Un ser blanco, vago y serio,
A la tumba se acercó:
«Amor, amor» pronunció
Con triste voz quejumbrosa,
Y al punto alzóse la losa,
Y el muerto resucitó.
TER.
Quedar debió el sabio inquieto,
Porque así yo me quedara,
Si me hubiera cara a cara
Con un galán esqueleto.
Vuestras historias respeto;
Pero pensad, Don Julián,
Que si tan tétricas van,
De buscar habré un conjuro,
Porque ya pone en apuro
Tanto hueso por galán.
Amador como el doncel,
Prendado de su misterio,
Trae consigo un cementerio
Para prendarme con él.
Y no le basta al cruel:
Para decir que me ama,
Fuego doquiera derrama
Por donde el paso detiene,
Y cuando a verme se viene,
Viene convertido en llama.
JUL.
(Toda esta décima, avanzando él y retrocediendo ella.)
¡Ved que es instante supremo
Este, en que de mí os burláis!
TER.
¡Ved que ardéis, y me quemáis!
JUL.
¡Ved morir!
TER.
¡Ved que me quemo!
JUL.
¡Morir de desdichas temo!
TER.
¡Pensara yo que de arder!
JUL.
¡Miradme ya estremecer!
TER.
¡Miradme casi quemando!
JUL.
¡Vedme de amor expirando!
TER.
¡Vedme de miedo correr!
ÉL.
(Cambiando bruscamente de tono.)
¡No más, Leonor!
ELLA.
(Como no queriendo entender.)
¿Qué Leonor?
Vos Julián, y yo Teresa.
ÉL.
La comedia el fuego aviva:
Acabe aquí la comedia:
Yo os amo: en vano es que calle
Lo que ni a vos avergüenza,
Ni a mí me da más que honra,
Ni a vos más que dichas diera.
Mirad: con ser vos quien sois,
Y con ser, Leonor, tan bella,
Lo que de vos amo menos
Es vuestra altiva belleza.
¡Hay algo en vos que os envuelve,
Algo extraño que os rodea,
Algo puro que os bendice,
Y de vos hasta mí llega,
Y en el alma se me esconde
Y en frente y labios me besa!
(Ella hace movimientos para hablar.)
Callad: porque os tengo en tanto,
Leonor amada, que es fuerza
Que penséis lo que digáis
Porque yo en menos no os tenga.
Antes me enojan que vencen
Ridículas resistencias,
En quien de amores se abrasa
Y sus amores nos niega.
Decidme lo que pensáis
Presto; ¡Mas, por Dios, no sea
Nada, Leonor, que lastime
El corazón que os venera,
Y que con cada latido
En frente y labios os besa!
ELLA.
(Adelantándose sola hacia un lado del proscenio.)
Público: suceso grave.
¿Cómo negarle podré
Todo mi amor, cuando sé
Que lo conoce y lo sabe?
Mándame aquí la costumbre,
Con las mujeres impía,
Que el amor del alma mía
Ni conozca, ni vislumbre;
Pero si está el corazón
Saltándoseme a los labios,
¿Cómo puede haber agravios
En las que verdades son?
Yo sé que el pecho amoroso
Lugar para este hombre guarda,
Y sé que mi amor lo aguarda
Por noble y por generoso.
¿Por qué si un amor honrado
Estoy sintiendo en el pecho,
No he de tener yo derecho
A decir que lo he engendrado?
¿Por qué, con tanto rigor,
Cuando a un casto bien se aspira,
Ha de ser la vil mentira
Forma fatal del pudor?
ÉL.
(En el otro extremo de la escena.)
¡Leonor, Leonor de mi vida,
Cómo más presto me hablaras,
Si mis angustias miraras
en el alma estremecida!
No es un vago devaneo
Ni pasajero amorío:
¡Es que este pobre ser mío
Prendido en tus labios veo!
Viví: con decir que vivo
Muchos recuerdos se dicen,
Que en el cobarde maldicen
Y esperan en el altivo.
Amé: con decir que llevo
En el corazón amores,
Digo que el ser de dolores
Se ha trocado en un ser nuevo.
¡Nada es azul en la vida,
Oh mortal, de lo que ves,
Si no miras al través
De una mujer bien querida!
Nada ¡oh mortal! es el hombre
Que sin mujer va en la tierra,
Y sin el hijo que encierra
Orgullo y germen de un nombre.
¡Leonor, mi amada Leonor,
Cómo más presto me hablaras,
Si en el alma me miraras
El lago azul de tu amor!
(Cada uno conserva su puesto en un lado de la escena.)
ELLA.
¿Cómo decirlo y callarlo?
ÉL.
(Tendiendo a ella las manos.) ¡Leonor, Leonor!
ELLA.
(Siempre al público.) Si es honesta
Afición la que me mueve,
Si me cautivan sus prendas,
Si es en la forma cortés
Y anida en su alma grandezas
Y lo amo, porque lo estimo,
Que sólo alcanza completas
Venturanzas el amor
Que en la estimación comienza,
¿A qué mi temor, y el fuego
Que en las mejillas me quema,
Si tengo, al par que en el alma,
Claridad en la conciencia?
ÉL.
Luchan amor y pudor
En esa alma limpia y bella,
En quien los años no extinguen
Las blancas flores primeras.
¡Aguarda, aguarda, amor mío:
Que detienen sus promesas
Timideces de mujer
Que el valor de amor aumentan!
(Los dos adelantándose a un tiempo.)
ELLA.
¡Julián!...
ÉL.
¡Leonor!
ELLA.
(Turbada.) Yo no sé
ÉL.
¡Palabra que tanto cuestas,
Si honrada en el alma naces,
Presto, presto al labio vengas!
ELLA.
¡Te amo, te amo!
ÉL.
(Con transporte.) No tienen
Todas las humanas lenguas,
Ni las aves en los bosques,
Ni las brisas en las selvas,
Ni la tórtola nocturna
De quejumbrosas cadencias,
Conjunto tal de armonías,
De espacios divinos prenda:
Que luego de haber oído
«¡Te amo!» de tu boca bella,
Hay más azul en el cielo,
hay más calor en la tierra,
Y el aire un beso, otro beso,
Onda tras onda se lleva.
ELLA.
(Como dudando.) ¿Amor firme?
ÉL.
Nunca mueren
Estos cariños que empiezan
Con suave calma, que luego
Respeto y tiempo alimentan,
Y son del cuerpo sostén,
Más que deleitosa presa.
Estima, calma, respeto,
Unión en lo que se piensa,
Confusión de vida y vida,
¿Cómo es posible que mueran
Si uno en el otro se apoyan
Y con dos vidas alientan?
ELLA.
¿Y el proverbio?
ÉL
No de burlas
Lo digas: antes de veras
Afirma que lo hemos hecho.
Pues ¿dónde hay mejor comedia
Que el corazón de los hombres
Y de mujer las ternezas?
ELLA.
La noche llega.
ÉL
En el teatro
Repetiremos la escena.
ELLA.
Y ¿quién de silbarte habrá
Que ame, espere, sufra y sienta?
Mas, ¿qué papel en tu pecho
Muestra la frente indiscreta?
¿Papel de amor?
ÉL.
(Sacándole.) De congoja
Es muy probable que sea.
Míralo tú.
ELLA.
¡Del autor!...
ÉL.
(Como quitándoselo.) ¡Osadía como ésta!
Pero no habrá de leerse.
Dame.
No. Cumplir es fuerza
Su voluntad: «Al buen público.»
Dice así: «Carta modesta:
Juguete es éste sencillo
Hecho al correr de la pluma
En un instante de suma
Pereza. El alma sin brillo
Está de quien lo escribió:
Cuando sin patria se vive,
Ni luz del sol se recibe,
Ni vida el alma gozó.
Vino Guas: quiso tener
Piececilla baladí,
Por darte, público, a ti
Algo agradable que ver.
Por la mañana encargó,
Y ¿se pensó en la mañana;
Más frívola que galana,
Por la tarde se acabó.
Hízose así, tan de prisa,
Y apenas solicitada,
De tal manera, que nada
Puede excitar más que risa.
Mas piensa, público amigo,
Que cuando el alma se espanta
Y se tiene en la garganta
Fiero dogal por testigo,
La inteligencia se abrasa
Y el alma se empequeñece,
Y cuanto escribe parece
Obra mezquina y escasa.
En este juguete mira
Caprichosa distracción
De un mísero corazón,
Que por hallarse suspira.
Siente, ama, estima, perdona
Con tu natural bondad:
Si es malo, la voluntad
De actor y poeta lo abona.
Nada mejor puede dar
Quien sin patria en que vivir,
Ni mujer por quien morir,
Ni soberbia que tentar,
Sufre, y vacila, y se halaga
Imaginando que al menos
Entre los públicos buenos
Amor con amor se paga.»
TELÓN
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